6 mai 2011
VEREDAS DE BUENOS-AIRES
De pibes la llamamos “la vedera”
y a ella le gustó que la quisiéramos,
En su lomo sufrido dibujamos tantas rayuelas.
Después, ya más compadres, taconeando,
dimos vueltas manzana con la barra,
silbando fuerte para que la rubia del almacén
saliera con sus lindas trenzas a la ventana.
A mí me tocó un día irme muy lejos
pero no me olvidé de la vedera.
Aquí o allá las siento en los tamangos
como la fiel caricia de mi tierra.
¡Cuánto andaré por ahí hasta que pueda volver a verla?
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JULIO CORTAZAR
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