
Calcar el infinito contra el cristal de la ventana, como se calca una rama o una pluma, con el papel de seda de nuestra fugacidad. Calcar después una rama o una pluma contra el mismo cristal, como se calca el infinito, con el papel de seda de nuestros ojos más abiertos. Superponer luego los dos calcos hasta que ambos coincidan totalmente. Si siguiéramos calcando, sobre el mismo cristal y con los ojos más abiertos, tal vez...
[Lire la suite]