LA PAZ
« Cuando esta madrugada
abran las campanillas granas
a la luna dorada,
tú nos estarás ya en casa,
sombra desnuda y blanca.
- Estarás noblemente
sosegada y risueña entre
la novedad alegre,
contenta de tu suerte
que te hace indiferente,
tras la vida, la muerte.-
Se irá encendiendo el día
con una luz tristísima ;
lea brisa verde y fría
llenará, como un agua descendida,
la azotea vacía.
-…¡Y habrá que levantarse,
y habrá que hacer ¡de prisa ! las cosas matinales,
y habrá que ver y oir por todas partes
los gritos, las carreras, los alardes,
- ¡sol en la pobre carne con su sangre !-,
las deshumbradas fealdades acres !-
¡Crearme, recrearme, vaciarme, hasta
que el que se vaya muerto, de mí, un día,
a la tierra, no sea yo; burlar honradamente,
plenamente, con voluntad abierta,
el crimen, y dejarle este pelele negro
de mi cuerpo, por mí!
¡Y yo, esconderme
sonriendo, immortal, en las orillas puras
del río eterno, árbol
-en un poniente inmarcesible-
de la divina y májica imajinaciόn ! »
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JUAN RAMON JIMENEZ
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